La ausencia de lluvias en invierno y de riadas primaverales, así como las altas temperaturas, han adelantado entre un mes y medio el período de actividad de la mosca negra, propiciando además que su población haya aumentado, ya que muchas larvas han logrado sobrevivir. De ello dio cuenta recientemente el profesor emérito de Entomología de Unizar y director del Curso de Entomología que anualmente se desarrolla en Grañén (Huesca), Javier Lucientes.

 

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